Vida y muerte de Marina Abramovic

Ayer (21 de Abril de 2012) me invitó un amigo a ver "Vida  y muerte de Marina Abramovic" en el Teatro Real de Madrid.

Si digo que los asistentes al espectáculo asisten a la Muerte de Marina Abramovic, nadie puede sorprendeserse, lo dice el propio título de la obra.

Marina Abramovic, artista que se dio a conocer por sus performances donde se infligía dolor, explorando de sus límites, en actos de flagelación y autodestrucción, nos muestra, lo que parece ser, su último acto autodestructivo, su suicidio como artista.

Marina Abramovic parece que necesita matar a Marina Abramovic como terapia para acabar con la necesidad de autodestrucción. Y es aquí, en la muerte de la artista, donde creo que alcanza el exito. Ella se destripa, saca todos sus terrores internos y nos dice:  "Mirad, el mito que admirais, no va más allá, no se debe al arte, hace lo que hace y entró en el olimpo del arte, por un mundanal motivo, se infligía dolor  mucho antes de exponerse al público, se infligía dolor mucho antes de ser artista. Mirad soy una mujer atrapada en el tormento de mi pasado, tormento que ha construido un personaje, personaje que ha atrapado el tormento. Muerta mi madre, muerto mi padre, sólo queda matar a Marina Abramovic, para poder decir Adiós al dolor, adiós a las lágrimas". Podríamos pensar que no fue capaz de matar a su padres, en el sentido freudiano, porque quedó atrapada por el arte que hizo de esto su fuente de alimentación. Muertos los padres, mató a la artista como catarsis liberatoria.

Con su relato deja entrevelado que el padre abusaba de ella y que está aterrorizado porque ha descubierto que puede llegar a ser como su madre, aquella mujer que atormenta su recuerdo, pero que ha descubierto, que finalmente la entiende y la comprende y que ella-mujer no está muy lejos de ser exactamente como la mujer que fue su madre. Relato muy femenino, de una mujer que entra en la tercera edad y grita libertad. Mujer que se encuentra como mujer. Mujer que ya no se siente responsable de la crianza de sus hijos (artista que no se siente responsable de la crianza de sus obras).
Relato que, cierto, o no, estructura una dramaturgia clásica, a lo Electra, muy visual y siempre atractiva para llevarla a un escenario.

Cual anciana postrada en su cama, necesita de asistentes en su suicidio, asistentes que materialicen fuera de ella, las  imágenes y los fantasmas de su pasado. Su asistente principal para este suicido, Robert Wilson, está bien elegido para construir esa dramaturgia clásica. Exquisito trabajo, puesta en escena, vestuario, iluminación, construcción del relato, un trabajo visual a la altura del asesinato de un mito. Aun así el montaje no termina de cuadrar, falla en el ritmo, en la dirección del personaje de William Dafoe (histriónico en maquillaje y peluquería, sólo gracias a momentos de brillantez consigue escapar de la piel de Beetlejuice) y principalmente en la música. Quizás porque parte de la financiación era del teatro real, el drama tenía que convertirse en Ópera, pero claramente era innecesario y no está bien resuelto. No hay calidad a nivel compositivo, no aporta nada, bueno sí, una buena legión de fans incondicionales de Antony. Un Antony, con cierta tendencia a la linealidad, que queda totalmente fuera de lugar y muy lejos de llegar a crear una ópera.

Habrá que seguir de cerca el recorrido a partir de ahora de Marina Abramovic y ver si realmente alcanza su objetivo: adiós a la autodestrucción, va a dejar de lastimarse para lastimar al mundo. Esto, (parece decirnos ella) no es compatible con la Marina Abramovic artista, por lo que ha organizado este bonito funeral, a la altura del mito. ¿Y quizás organizando su suicidio haya empezado ya a lastimar al mundo?


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